Jose Antonio nos cuenta en qué consiste el juego:
El juego de la calva varía bastante en los detalles según el lugar en donde se practica, pero en lo elemental consiste en atinar a un objeto de pequeñas dimensiones situado en el suelo, con una piedra u otro objeto de cierto peso. Parece ser que es un juego muy antiguo, de origen celta o íbero que se practicaba en las montañas. Efectivamente, por la sencillez de las reglas y por la humildad y la poca o nula elaboración de los objetos que intervienen es un juego apropiado para que los pastores pudieran practicarlo en cualquier momento del día.
En Campillos Sierra y en otros pueblos de la Serranía de Cuenca el juego consta de los siguientes elementos:
El calvo. Es el nombre que se da al objeto que se lanza. Son piedras redondeadas o guijarros de río de entre uno y dos kilos de peso. Cada jugador tiene un calvo particular adaptado a su fuerza, a la forma de su mano y a su estilo de lanzamiento. Algunos jugadores incluso trabajan esta piedra con un martillo para adaptarla lo mejor posible a sus características.
Las calvas. Son los objetivos sobre los que se lanza el calvo. Tradicionalmente es un leño de carrasca o sabina de unos treinta centímetros de longitud y unos diez de diámetro, partido longitudinalmente por la mitad. Cada una de las partes es una calva. Las calvas se sitúan enfrentadas, a 20 o 25 metros de distancia, con las caras planas hacia el cielo formando un ángulo de entre 45 y 80 grados con el suelo. En la actualidad se utilizan también piezas de plástico del tamaño de las calvas tradicionales y muy resistentes.
El hito. Es el objeto sobre el que se apoya la calva para mantener su posición inclinada. Se suele utilizar cualquier piedra de base plana que tenga aproximadamente la mitad de la altura de la calva y que pueda sostenerla de forma estable.
El medidel. Es un clavo o un palo resistente que se clava en el suelo entre la calva y el hito. Cuando ninguno de los lanzamientos golpea directamente en la calva, se da por ganador el lanzamiento que impacta sobre el suelo en la posición más cercana al medidel.
Para lanzar o tirar, tradicionalmente el jugador se situaba inmediatamente por delante de la calva, daba dos pasos en dirección a la calva contraria y efectuaba su lanzamiento. Modernamente, con los concursos provinciales, el juego se ha adaptado a las normas que establecen en Cuenca y se lanza desde detrás de la calva sin sobrepasar una raya trazada en el suelo, que sale desde el medidel, perpendicular a la línea de las calvas. Se lanza alternativamente desde una y otra calva.
Los jugadores se reparten en dos equipos, idealmente de tres o cuatro miembros. Al empezar la partida lanzan desde la misma calva, en primer lugar, por sorteo, todos los jugadores de un equipo y luego los del otro, salvo que alguno impacte directamente sobre la calva. Se dice entonces que ha sido “calva” o “calvá”. En este caso los compañeros de equipo que no hayan tirado todavía quedan en reserva y ceden el turno al quipo contrario, que ha de calvar obligatoriamente para puntuar.
Si algún jugador lo consigue y quedan aún compañeros por lanzar, son ahora estos los que ceden el turno a los que habían quedado en reserva del primer equipo y así sucesivamente. Cuando un equipo consigue calva y no queda ningún jugador contrario, el resto de los jugadores de este equipo se va sin tirar. Cuando se ha acabado el turno, todos los jugadores se desplazan hasta la otra calva, se delibera cual ha sido el impacto ganador, y el equipo que haya conseguido puntuar comienza el segundo turno de lanzamientos en dirección opuesta al primero, y así alternativamente hasta el final de la partida. Gana el equipo que consigue sumar 13 puntos.
La calva o “calvá” (el impacto directo sobre la madera) vale dos puntos, pero sólo puntúa el quipo que durante el mismo turno de lanzamientos haya conseguido la última calva. Cuando en un turno ninguno de los jugadores de los dos equipos consigue calva, gana un punto el equipo que haya conseguido el impacto más cercano al medidel. Así pues, en cada turno de lanzamientos uno de los dos equipos consigue siempre 1 o 2 puntos.
En el juego de competición las calvas han de estar situadas siempre a 20 m de distancia. Tradicionalmente se situaban a unos 25 metros, y el equipo que perdía una partida podía variar la distancia para obtener alguna ventaja que equilibrara las fuerzas.
Esta variable daba mayor vistosidad al juego y acentuaba la competencia, ya que era muy común, durante mucho tiempo, que los jóvenes retasen a los mayores y se pasaran días enteros jugando a la calva.
Su menor destreza inicial se podía compensar con su mayor fuerza alargando la distancia entre las calvas.
Hace unos 50 años la afición a este juego era tan gran grande en nuestro pueblo que durante la Semana Santa, que era la época en la que más se jugaba, dos equipos podían llegar a jugar más de veinte partidas en un día.
Aunque son muchos los jugadores de calva de gran nivel que ha habido en Campillos Sierra, dos de los equipos más competitivos de aquellos años estaban formados por Ulapio, Vicente Jiménez, apodado “Cirilo”, Brígido Aranda y Teodoro por parte de “los viejos”, y Alejandro, Saturnino Jiménez, Vicente Navarro y Antonino por “los jóvenes”, aunque a veces alguno de éstos era sustituido por Augusto o Nicolás Navarro.
Como es lógico cada jugador tenía un estilo propio, con gestos y posturas particulares, tanto durante el lanzamiento como inmediatamente después. Era famosa, entre todas, y constituía por sí sola un espectáculo divertido, la reacción de Vicente “Cirilo” cada vez que conseguía calva, pues salía dando saltos, profiriendo expresiones de alegría y haciendo gestos ostentosos que culminaba invariablemente lanzando la gorra por los aires.
En los años setenta y ochenta, la afición continuaba siendo enorme, pero a consecuencia de la emigración se jugaba más en los lugares de destino que en Campillos. En la provincia de Barcelona, por ejemplo, los emigrantes se reunían sin falta todos los domingos en algún descampado y pasaban toda la tarde jugando a la calva. En algunos casos los jugadores llevaban consigo a sus familias, con lo cual el juego de la calva era un motivo de encuentro entre gente del pueblo.
En los años 90, la revitalización de los juegos tradicionales en la provincia de Cuenca ha hecho que se jueguen campeonatos provinciales.
Campillos Sierra ha ganado esta competición en 6 o siete ocasiones, por lo que podemos decir sin reparos que nuestro pueblo ha albergado a los mejores jugadores de calva de la provincia.
El envejecimiento de los jugadores ha hecho que hoy día el juego de la calva esté en franca decadencia. Solamente unos cuantos aficionados juegan unas pocas partidas al año para cumplir con la competición durante las fiestas.
Fotografías y Texto de: JOSE ANTONIO JIMÉNEZ NAVARRO
3 comentarios:
Ole jose antonio, aqui la family, me tendras que pasar esas fotos q no las tengo y mi papi sale my dispuesto jijijiji bss anabel
Te las paso cuando quieras. Mándame tu e-mail a juli14@inicia.es y te las envío. Por cierto, hay una foto preciosa de tu padre labrando (en concreto creo que está haciendo un "torero" para San Isidro) QUE DEBERÍAS ENVIARLE A MÓNICA. Aunque es una foto personal, representa una tradición muy importante: la labranza y los concursos de surcos que se hacían por San Isidro Labrador. Creo que debe de haber muy pocas como ésa. Si no tienes escaner me lo dices, porque yo la tengo escaneada. Un abrazo muy fuerte...Perdonad los demás la personalizació (bueno, las demás, porque no veo por aquí a ningún tío, así es que el genérico masculino sobra)...
Si que hay hombres que miran el blog, sólo que no hablan mucho.
En cuanto a esa foto ..que rule!!!
Y sobre la tradición esa no tengo mucha información, pero todo se andará
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